Francisco Berjano, Hermano Mayor de la Vera-Cruz “Si de mí dependiera, no le aceptaría al dimisión al Cardenal”
Escrito por JOSÉ CRETARIO Domingo, 16 de Agosto de 2009 00:36
Francisco Berjano Arenado
El domingo que viene cumple el Cardenal los 75 años. Si usted fuera el Papa (que no lo es y creo que tampoco aspira a ello) ¿le aceptaría la obligada carta de dimisión?
Desde luego, lo que yo pudiera hacer importa poco porque quien debe decidir es el Santo Padre, que es quien cuenta con el pleno conocimiento de causa para adoptar la postura que estime más conveniente para la Iglesia. No obstante, como me lo pregunta, le diré que si de mí dependiera no se la aceptaría ya que me parece que el Sr. Cardenal se encuentra en plenas condiciones tanto físicas como mentales para seguir sirviendo, como hasta ahora ha hecho, a la Iglesia y ese caudal no debe ser desaprovechado. Ahora bien, igual el Papa tiene prevista otra misión para él.
Un obispo tiene edad para jubilarse y el Papa no
Ser Papa no es un trabajo cualquiera del que, cumplida la edad reglamentaria, uno se jubila. El Oficio de Papa supone ser sucesor de Pedro, Pastor Supremo de la Iglesia Universal y padre de los católicos y, de estas tareas, no es posible jubilarse.
Usted fue uno de los primeros hermanos mayores que quedó encantado con el coadjutor. Debe ser complejo estar pero no “reinar” ¿no?
Es cierto que tuve ocasión de conocerlo en el retiro de cuaresma de hermanos mayores y quedé gratamente impresionado, tanto por la profundidad y certeza de la ponencia que nos impartió, como de su trato afable y cercano. Me pareció que tenía las ideas muy claras y que tenía, también, muy claro cuál es el papel que las hermandades y cofradías deben desempeñar en la Iglesia y en la sociedad en que se desenvuelven y cuál es el que no. En cuanto al “reinado” al que alude en su pregunta, no creo que sea algo que le preocupe; él conoce el papel que el código de derecho canónico otorga al coadjutor y por tanto no cabe otra cuestión. En cualquier caso, los cristianos solo tenemos un Rey, y Ese se escribe con mayúsculas.
Tras este curso turbulento en el Consejo ¿piensa que el que viene va a ser más sosegado?
La turbulencia ha venido más por cuestiones de forma que de fondo y lo peor es que ha dado lugar a malos entendidos entre las hermandades de las distintas secciones y a una mala imagen de cara al exterior. No obstante, como existe buena voluntad por parte de todos los implicados es de esperar que la sensatez impere y el sosiego llegue.
¿Depende más ese sosiego de la junta superior o de las hermandades de penitencia?
Todos debemos remar en la misma dirección. La junta superior, gestionando y aglutinando a las hermandades con criterio, transparencia y cohesión y las hermandades – de penitencia, gloria y sacramentales – teniendo claro que, por encima de todo, son una institución más de la Iglesia a la que, dentro de sus peculiaridades, deben servir. Quizá, unos estatutos que definieran más concretamente las competencias y facultades de cada sección ayudarían a evitar debates innecesarios.
¿Es partidario de reformar esos estatutos para otorgar más poderes al Presidente y a la Junta Superior?
Habría que distinguir entre poderes que tuvieran un perfil de tipo gestor o administrativo y otros que pudieran denominarse de disposición; para los primeros estaría facultada la junta superior, para los segundos la Asamblea o cada uno de los plenos. La junta superior tendría labores de representación, intermediación, coordinación y ejecución de lo acordado por la Asamblea o los distintos plenos.
Quedó encantado con el pregón de Enrique Henares ¿no?
Sí; fue el pregón de Enrique. Se mostró en su pregón tan natural como él es en su vida cotidiana. Trató cuestiones de actualidad en la misma forma que lo hace la Iglesia, con toda la ortodoxia. Fue, como destacó el Sr. Cardenal, el pregón del amor; del amor a su familia, a las tradiciones y a sus amigos.
Dígame un racimo de personas para el pregón de la Semana Santa.
No me parece correcto dar nombres porque seguro que alguno se me escaparía pero, por no decepcionarle, le diré que, hoy por hoy, la primera mujer que designaría pregonera sería Amparo Castilla; ha sido pionera en esas lides, ha dado grandes pregones y, sin duda, haría uno de la Semana Santa magnífico.
Hágame un balance de este curso, el primero suyo, en Vera-Cruz
Ha sido un año de hiperactividad diría yo. El principal objetivo ha sido, de un lado, continuar la tarea de dar vida a la hermandad, e incrementarla; de otro, que tenga presencia real en el conjunto de las cofradías; y también fomentar y difundir la devoción al Cristo que murió en la Santa Vera-Cruz – una devoción muy importante en la historia de Sevilla – y a María Santísima de las Tristezas. Además este año celebramos con la Orden Franciscana el VIII Centenario de su fundación, una efemérides muy importante para las hermandades que, como la nuestra, son franciscanas.
“La primera mujer que designaría pregonera sería Amparo Castilla; ha dado grandes pregones y, sin duda, haría uno de la Semana Santa magnífico”.
“Unos estatutos que definieran más concretamente las competencias y facultades de cada sección del Consejo ayudarían a evitar debates innecesarios”.